miércoles, 7 de julio de 2010

MAESTRÍA EN INNOVACIÓN EN LA ESCUELA
CURSO PROPEDÉUTICO INVESTIGACIÓN – INNOVACIÓN
PRÁCTICA Y PRÁCTICA EDUCATIVA
REPORTE DE LECTURA (Pág. 41 – 65)

La acción, está ligada al suceso que le da existencia, constituye una serie de vivencias que se forman en la conciencia individual de algún actor; La practica (Villoro, 1987) no es toda o cualquier actividad humana, si no la acción dirigida por fines consientes y se refiere solo a la actividad intencional al considerarse objetiva porque se manifiestan en comportamientos observables por cualquiera. Existe intención (Bruner, 1984) cuando un sujeto actúa de forma persistente para alcanzar una meta. La intención comunicable y comunicada facilita al interlocutor la ubicación y la reacción ante el sujeto actuante; finalmente Bruner nos dice que la acción intencional es aquella que tiene seis constitutivos; metas, punto de partida, punto de llegada, trayectoria entre ambos, se puede controlar y descomponer en etapas.
Cuando hablamos de “práctica educativa”, en el contexto aristotélico, es entre praxis y poiesis. La poiesis se refiere a la “acción material” que consiste en hacer realidad algún producto o artefacto; la praxis también se dirige a conseguir un fin pero… no busca producir un artefacto sino un bien moralmente valioso, no puede materializarse, solo puede “hacerse”, solo puede realizarse a través de la acción y solo puede existir en la acción misma.
Así decir “práctica educativa” es referirse a la acción intencional objetiva cuyo fin es educar, inseparable del medio que usa y del “bien” que consigue. Educar supone un acto intencional del sujeto que va de no educado a educado; Los actos intencionales suponen un proceso de concienciación, es decir, un proceso de conciencia reflexiva creciente acerca del objeto de conocimiento involucrado en la acción educativa.
La intencionalidad no opera de manera mecánica sino por un proceso que podemos llamar, junto con los psicólogos, cognitivo. Lo constitutivo ha de buscarse en la lógica de las acciones, realmente construida, reflexivamente concientizada y operacional e intencionalmente transformada, es decir en las experiencias y acciones propias del proceso de conocimiento.
Estas experiencias dejan ver claramente la influencia de al menos seis conjuntos de elementos constitutivos de la práctica educativa: el contexto (social, histórico, cultural) de la práctica; la subjetividad de los participantes (alumnos, docentes, directores, dirigidos, autoridades, subordinados); la intersubjetividad entre los participantes, el contenido en cuestión (especialmente su racionalidad científica o técnica), el modelo o forma y situación articulada utilizada, conscientemente o no por el docente (director, supervisor…) el contenido, y las características del proceso cognoscitivo: tener una intención implica saber qué y saber cómo.
Las intenciones que “explican” la articulación concreta observada en esa práctica; es decir, podemos acceder a “ver” la metodología “real” de la educación. Y, consecuentemente, los efectos producidos por esa “clase” de coherencia. En suma, hemos de ir de la observación y la significación de la praxis a reconstruir la racionalidad genuina de las acciones, identificar los elementos propiamente educativos y decidir los cambios convenientes de introducir en aquella racionalidad para darle mayor potencial educativo, por ello debemos de utilizar tres momentos: identificar, sistematizar y transformar la práctica.


¿IDENTIFICAR LA PRÁCTICA? Es la primera etapa en el proceso complejo de revisar si las acciones se constituyen como educativas o no. Por ende podemos enunciar algunos procesos como:
1. Describir lo que hacemos. Sirve para evitar algunas de las trampas de la conciencia y hacer tal descripción mediante un lenguaje no verbal: graficas, representaciones u otras.
2. Analizar la descripción. Distinguir descripciones de interpretaciones, distinguir hipótesis de argumentos y distinguir evidencias de suposiciones.
3. Identificar las mediaciones. Va a permitir darnos cuenta mediante la reflexión de cómo hicimos esos procesos, es decir, de que hablamos mediante la mediación.
4. Al identificar y distinguir la mediación se puede trabajar en el proceso de distinguir las acciones intencionales objetivas.
5. Reconocer en la práctica la intención y los supuestos. Muchas actividades no son pensadas, si no que suceden a manera de reacción ante algún suceso en el curso de la practica.
6. Reconocer los elementos que la componen: Aquello que hace que esa práctica sea precisamente esa y no otra.
7. Distinguir constitutivos. De la acción intencional de las acciones que son contingentes o acompañantes las cuales son más visibles y las menos educativas propiamente.
8. La distinción de las acciones educativas. Descubrir y valorar la importancia, para conseguir hechos educativos de acciones congruentes con las intenciones.
9. Distinguir la comunicabilidad de la educabilidad. No confundir la dificultad de comunicar la experiencia educativa y sus componentes con la educabilidad del ser humano: No todo es educable en un ser humano: hay límites definitivos.
El propósito del auto análisis permite la autocorrección inmediata de prácticas no exitosas o incongruentes. El autoanálisis sesión a sesión permite analizar los concretos y verificar lo que funciona y lo que no para planear alguna corrección especifica inmediata y llegar así a una evaluación sumativa (que logre) y/o evaluación formativa (mediante que proceso lo logre) y puede generar un aprendizaje del docente de por qué sucede lo que sucede. Para el autoanálisis, se sugiere que la aplicación deba tomar solo en cuenta lo que aparece en negritas.

BIBLIOGRAFIA: VILLORO 1987; BRUNER 1984; CARR WILFRED 1996.

PRESENTA: KRISTIANN EVARISTO RAMOS CHARNICHART.
CATEDRATICO: DR. JOSE JESUS PEÑA RODRIGUEZ

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